De la a de academia a la z de zozobra —por la infancia sin padre, que no conoció hasta los 11 años—, hay palabras clave para conocer la vida del escritor Mario Vargas Llosa, fallecido en abril, y entender su monumental obra. Un libro con cien de esos términos, glosados por familiares —sus tres hijos—, amigos, escritores, filósofos o cineastas, y una letra, la ñ —sobre cuya historia escribe Martín Caparrós—, componen el Diccionario Mario Vargas Llosa. Habitó las palabras. El libro lo publica el Instituto Cervantes con motivo del X Congreso Internacional de la Lengua Española, que se celebra del 13 al 17 de octubre en Arequipa, ciudad natal del premio Nobel de Literatura.El diccionario, que se presenta el día 14, martes, en la Biblioteca de Mario Vargas Llosa en Arequipa, atraviesa las obras fundamentales de este autor, también las otras facetas de su prolífica trayectoria, como ensayista y periodista, así como sus opiniones sobre política y cultura. El director del Cervantes, Luis García Montero, en conversación telefónica, dice que era importante que en el libro “estuviera su familia, que hubiera figuras de la literatura peruana y una presencia de escritores significativos”. “También que fueran personas que lo hubieran conocido en distintas etapas de su vida. Todos ellos son lectores que cuentan su experiencia con la literatura de Vargas Llosa para hacerla suya”, añade.Más informaciónGarcía Montero explica por qué escogió para sí la palabra espectáculo. “Me interesó por la reflexión de Mario en su ensayo La civilización del espectáculo (2012). En él plantea cuando una sociedad democrática cambia la representación profunda de las cosas por una escenificación frívola. Es un libro que me ha ayudado a comprender lo que está pasando con Trump o algunas cosas de la política en Madrid”.Pilar Reyes, directora editorial de Alfaguara, se ocupa del vocablo obra. La del hispanoperuano está compuesta por “20 novelas, 13 ensayos literarios, cuentos, obras de teatro, memorias, ensayos políticos, dos libros para niños y una cantidad de columnas de opinión que suman miles de páginas”.Mario Vargas Llosa, cuando celebró su 70 cumpleaños con su familia y amigos, en un restaurante de Lima, en 2006.EFE/Sergio UrdayPor su parte, el director de la Real Academia Española (RAE), Santiago Muñoz Machado, escribe sobre la voz academia, en un artículo en el que se refiere a las tres de las que Vargas Llosa fue miembro. La peruana, en la que ingresó con un discurso que incluía su idea central de qué es la literatura, “una escurridiza verdad hecha de falsedades”. La española, en la que dedicó su discurso a José Martínez Ruiz, Azorín, y la francesa, donde mostró su gratitud a Flaubert y su Madame Bovary.En este “homenaje coral y panhispánico”, como escribe en el prólogo la directora de Cultura, Bibliotecas y Cultura Digital del Cervantes, Raquel Caleya Caña, se le asignó al poeta y diplomático Alonso Ruiz Rosas la palabra Arequipa, que también es su ciudad natal. Ruiz Rosas recuerda que la familia de Vargas Llosa —que había llegado a la ciudad de los tres volcanes a inicios del siglo XVIII— se trasladó a Cochabamba (Bolivia) cuando él era un bebé de apenas un año. Con el tiempo, volvió muchas veces y, ya como autor célebre, legó a la ciudad su biblioteca. Cochabamba fue “un edén” para el Vargas Llosa niño, apunta el escritor boliviano Edmundo Paz Soldán, que nació allí.Asimismo, un pequeño paraíso fue Miraflores, el barrio de Lima al que llegó con su madre con 11 años, cuenta la periodista y escritora Fietta Jarque. Alli pasó “una adolescencia de flirteos, deportes, ir a la playa o a la piscina”. “Ir al cine, fumar, bailar”.Ignacio Martínez de Pisón escribe sobre otra ciudad, Barcelona, en la que se estableció Vargas Llosa en 1970 y con la que forjó sólidos vínculos: allí ganó el Premio Biblioteca Breve, “el que lo lanzó como novelista”; conoció a su agente literaria, Carmen Balcells; a su editor, Carlos Barral, y allí vivía su entonces amigo Gabriel García Márquez.La directora editorial de Alfaguara, Pilar Reyes, intervenía en el homenaje a Vargas Llosa en la Feria del Libro de Madrid, el 31 de mayo de 2025.MOEH ATITAREn la capital catalana convivieron varios de los miembros del boom, voz que dio nombre a “la galaxia de grandes escritores en español que publicaron sus mayores obras en los sesenta y setenta”, señala el periodista Xavier Ayén. Fueron autores que “compartían amistad, el compromiso con la izquierda latinoamericana y una idea trascendente de lo que era la novela”. De paso, Ayén recuerda que el primero que usó la palabra boom para referirse a este fenómeno literario fue el periodista Luis Harss en una revista argentina, en 1966.La escritora y académica Carme Riera se ocupa de la palabra catedral, que remite al título de la novela que a Vargas Llosa más le costó escribir, como él mismo reconoció, Conversación en La Catedral (1969), en cuyo comienzo aparece la famosa frase: “¿En qué momento se había jodido el Perú?“. Obra ambientada en ”un bar restaurante de mala muerte”, apunta Riera, durante la dictadura del general Odría. Dictadura es otro vocablo imprescindible en la literatura vargasllosiana, como subraya Juan Gabriel Vásquez, para referirse a novelas como La Fiesta del Chivo (sobre la República Dominicana de Trujillo) y Tiempos recios (en Guatemala).Sobre su labor en la prensa, el periodista y escritor Juan Cruz destaca la autobiografía El pez en el agua (1993), “un libro excepcional”; “un breviario de su modo de abordar este oficio”.Vargas Llosa, tras recoger la medalla y el diploma que le reconocían con el Premio Nobel de Literatura, el 10 de diciembre de 2010.EFE/Javier LizónEn el habla peruana, que tanto dio a conocer el autor del cuento Los jefes, el término jefe se refiere “a la autoridad, aplicado tanto al patrón como al policía”, apunta Fernando Iwasaki, quien enumera algunos jefes de los libros de Vargas Llosa, “que suelen ser crueles, corruptos y abusivos”. De ellos destaca al sargento Lituma, personaje que se repite, de una u otra manera, en obras como La Casa Verde, La tía Julia y el escribidor o Lituma en los Andes.Morgana Vargas Llosa, hija del escritor, habla en un texto emocionante de lo que significó la palabra madre para su padre. “Ella despertó su vocación de lector”. “La vida y obra de Vargas Llosa no puede comprenderse sin la huella profunda que dejó en él la relación con su madre”, agrega. Gonzalo, el hijo mediano, glosa el término Perú, un país que para su padre fue “fuente rica de experiencias y emociones contradictorias”. Además de “suministrar el material para novelar”. Mientras que el primogénito, Álvaro, se refiere al tiempo, el narrativo, que en la literatura de su padre fundía “pasado, presente y futuro”.Y para acabar, la palabra risa. El poeta Benjamín Prado rememora las peculiares carcajadas del Nobel, y “la socarronería de Onetti cuando le dijo que no se había podido arreglar los dientes porque el médico le había dicho que los tenía todos Vargas Llosa”.

Un libro muestra el universo de Mario Vargas Llosa en 100 palabras clave y una letra especial | Cultura
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