Hansi Flick pasó del cabreo con el club a la decepción con su equipo. Y, por ahora, no encuentra respuestas. Ni en los despachos ni en el vestuario, solo a la espera de que recuperen la mejor forma Lamine Yamal, Pedri y Raphinha. El catalán desequilibra, el canario piensa y el brasileño presiona. Justo lo que necesita el Barça en este segundo curso. “No tenemos ni el control ni la intensidad del año pasado”, subrayó el alemán tras el partido ante el Alavés, última escala del Barça antes de defender el primer puesto en la Liga contra el Atlético (21.00. Movistar).Más informaciónA Flick le cuesta revalidar lo cosechado. Al menos, cuando se mira su currículum. Salvó del descenso al Victoria (1996-1997), pero terminó en la cola la siguiente campaña y acabó con el equipo en la quinta división. Su segunda experiencia como primer entrenador fue en el Hoffenheim: ascendió a tercera para, al año siguiente, dejarlo en el puesto 13. En el Bayern logró lo nunca visto en el gigante alemán: el sextete en la campaña 2019-2020, además del récord histórico de victorias (81%). En el segundo curso solo se quedó con la Bundesliga. En Alemania el contraste fue mayor: pasó de ganar todos los partidos (siete) en su primer año a quedarse fuera de Qatar en la fase de grupos, para luego ser destituido tras caer por 1-4 en un amistoso frente a Japón.Tras ganar la Liga, la Copa y la Supercopa, además de alcanzar la semifinal de la Champions el curso pasado, esta campaña no ha comenzado de la mejor manera para Flick. El primer traspié lo tuvo en los despachos. Según explican fuentes del club, puso el grito en el cielo cuando el Barça volvió a sufrir para inscribir los fichajes. Al enfado por no saber cuándo podía contar con los refuerzos se le sumó la incertidumbre del regreso al Camp Nou. Flick, además, tuvo que lidiar con la disputa entre los servicios médicos y los fisioterapeutas, un conflicto en el que el técnico quedó en medio: obligado, por ejemplo, a convocar a un jugador importante (los fisios decían que estaba recuperado) para luego no hacerlo jugar ni un minuto (los médicos aseguraban que no lo estaba).El desafío más complejo, en cualquier caso, lo tiene en el vestuario. En lo que va de temporada, Flick ha visto cómo 13 jugadores, la mitad que en toda la temporada pasada, estuvieron de baja. Todavía continúan Ter Stegen —ayer entrenó con el grupo, pero no tiene el alta— y Gavi. “Necesitamos más minutos con el once titular. Antes había constancia. Y este año, no”, justifica el preparador.Hansi Flick saluda a Raphinha, en un partido del Barcelona de esta temporada.Joan Monfort (AP)Los jugadores entran y salen de la enfermería, sin que Flick consiga darle una vuelta más a un equipo que funcionaba en España, también en Europa, siempre amigo del golpe por golpe.Los números, en cualquier caso, no reflejan el bajón. Esta campaña completan un total de 552 pases por partido, por los 550 de la anterior. Los remates a portería contraria antes eran siete por duelo y ahora 6,9, mientras que la posesión es casi calcada: 66,93% y 66,39%. Sin embargo, Flick insistió: “Todo el mundo quiere ganar al campeón. Somos primeros, pero no estamos en nuestro mejor nivel. Hay que recuperarlo”.El problema, entonces, es invisible a los números pero visible para Flick. Lamine, por ejemplo, este curso se perdió cuatro de 14 partidos en La Liga (30%) por los tres del curso pasado (8%). Lo mismo pasa con Pedri: 22% este curso por el 2% de la campaña anterior. Ninguna ausencia ha resentido tanto al Barça como la de Raphinha. El brasileño estuvo ausente el 5% de los encuentros de la temporada 2024-2025, pero en esta ya se ha perdido el 43%. “Echo de menos a Raphinha”, explicaba Flick.Nadie ejecuta la presión como Raphinha. El brasileño corre 10,2 kilómetros por partido, por los 9,5 de Rashford. La diferencia se potencia cuando se comparan los sprints: 60 por 38. “Muchas veces soy un poco pesado con lo de presionar”, se quejó Raphinha tras el partido contra el Alavés. Antes había intentado consolar a un cabizbajo Flick en una imagen que generó revuelo. “Sabía que había cámaras”, protestó un directivo. “Es curiosa la imagen mía que ha salido de aquel partido. No sé quién inició los comentarios. Estaba decepcionado, porque perdimos muchos balones y porque expulsaron a dos colaboradores míos. No estaba triste ni pensando en otras cosas. No estamos tan al máximo como el año pasado, pero tenemos potencial”, justificó.Hay jugadores que lo ven agotado. Él, sin embargo, asegura que sigue buscando soluciones. No podrá contar, eso sí, con Araujo. “Ronald no está preparado. Es una situación privada, y no diré más. Pido que le respetéis”, explicó Flick. Fuentes que conocen bien la situación le explicaron a EL PAÍS que el jugador le pidió al club un tiempo para recuperarse: “Físicamente se encuentra bien, pero anímicamente lleva un tiempo que no consigue estar al 100%”. De cabreado a decepcionado, Flick asegura que no quiere bajar los brazos. Ahora menos que recupera a Pedri y Raphinha y Lamine se acerca a su nivel.

Shares: