Lourdes Pastor (Puente Genil, Córdoba, 44 años) es socióloga y cantaora y no necesita que Israel destruya Gaza para que, como decía Manuel Vázquez Montalbán, le salga social la poesía. Además de elegir las letras, elige dónde decirlas y por eso canta su versión de Santa Bárbara Bendita en Dolores Ibarruri La Pasionaria, documental que Amparo Climent estrena el 3 de octubre. Otro escenario con un eco especial es el Parlamento Europeo, donde estuvo el 23 de septiembre para homenajear a Miguel Hernández. Allí, en Bruselas, cantó Andaluces de Jaén a petición de la familia del poeta, pero también un tema propio, Bulería por la paz, acompañada del guitarrista Melón Jiménez y la flautista Lara Wong.Más informaciónPregunta. ¿Cómo fue cantar “lo de Gaza es genocidio con complicidad mundial” a un parlamento que sigue sin aceptar el término?Respuesta. Muy emocionante y acabé llorando porque pude cantar esa bulería delante de personas que tienen poder para cambiar el mundo. También porque delante de mí estuvieron la nieta y la nuera de Miguel Hernández, que pidieron a sus señorías que pongan fin a esa masacre. Hice lo que suelo hacer: intentar que el arte sirva para llegar donde no está llegando la razón, que es la que tendría que llegar.P. Entre su repertorio está Bella Ciao, un cante dedicado a Las Trece Rosas y sé que le encanta El Cabrero, el cantaor con conciencia social vivo por excelencia. ¿Faltan en el flamenco más figuras como él?R. No soy quien para decirle a nadie hasta dónde mojarse, pero sí me parece que el flamenco debería tener más conciencia social porque sus raíces lo son: los cantes de fragua hablan de las dificultades de la explotación laboral, también las carceleras o las mineras. Me acuerdo ahora de El Lebrijano, que se inventó un palo, las galeras, con las que denunció la opresión del pueblo gitano. Esa es la raíz.La cantaora Lourdes Pastor en el Parlamento Europeo (Bruselas), la semana pasada.María BaoliP. Su último espectáculo se titula Latidos flamencos de democracia y feminismo. ¿De verdad nunca, ni de niña, cantó esa letrilla que dice “tienes por maña, cuando te pego, llamar a los guardias”?R. ¡Nunca! Es nuestra historia, lo sé, pero no canto ni esa ni la que dice “mi marío me ha pegao porque quiere que le guise papitas con bacalao”. A mí, por ejemplo, me encanta la copla, Marifé de Triana y Juanita Reina, pero una vez canté en Rota La bien pagá y le cambié la letra: “Bien pagá, bien pagá, bien pagá… no está nunca una mujer”.P. Usted, de hecho, le canta a los sueldos y las pensiones miserables con las que sobreviven muchas madres solteras.R. Sí, eso me lo me enseñó mi madre, Rafaela Pastor Martínez, que siempre ha luchado por los derechos de la mujer. Por eso, y porque tengo ojos en la cara, sé que el flamenco es machista, tanto como la ópera, el rock, el pop o la universidad. Ningún ámbito se libra.P. La mirada se la dio su madre y el metal de la voz, tan gitano, se lo debe a su padre. Pero es su tío materno la figura masculina que más la ha marcado.R. Así es, Juan Carlos Pastor Martínez, autor de muchas de mis letras y un hombre que ha trabajado en el campo, de soldador y de lo que hiciera falta pero que es, sobre todo, un poeta. Si siento tanto orgullo de haberle cantado a Hernández en Bruselas es por mi tío, porque viniendo de la tierra, sin una formación, escribe unas poesías bellísimas. Y porque no hay que olvidar, como me contó su propia nuera, que a Hernández lo persiguieron por sus ideas, pero algunos que las compartían, lo rechazaron porque olía a cabra. El clasismo es así, como el machismo y el racismo, lo veo en todas partes, también en ámbitos que admiro, como el del arte, donde a quienes venimos de abajo nos cuesta más encontrar espacio.

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