Uno de los momentos más sensibles para la seguridad de un museo es cuando se están haciendo obras o en aquellas exposiciones abarrotadas de público y no hay que olvidar que el Louvre es el museo más visitado del mundo. Vivimos en una época en la que lo inimaginable es posible. Y el Louvre ha fallado en algo esencial: leer el tiempo en el que vive, una época en la que nada se puede dar por supuesto. Las colecciones no están a salvo. La Policía Nacional cuando lleva una obra en España y hace una parada, en un restaurante o similar, coloca el vehículo frente a la ventana. Es la forma de no perder de vista nunca el arte que transporta. La responsabilidad es enorme. Y se comunican por WhatsApp a ciertas horas establecidas: si no hay contestación, se sabe que hay problemas.Más informaciónAhora el Louvre, que está a punto de lanzarse a una compleja remodelación, ha perdido (esperemos que momentáneamente) nueve piezas de las colecciones imperiales. Tres o cuatro hombres encapuchados han sustraído, entre las 9:30 y 9:40 horas de este domingo, nueve joyas, de las que luego se recuperó una, según el fiscal de París. La reliquia recuperada, la corona de la emperatriz Eugenia, se ha encontrado en las inmediaciones con algunos daños. El ministro del Interior, Laurent Núñez, calificó el expolio como un “robo de gran magnitud” y ha asegurado que se trata de “joyas de un valor incalculable”. Lo que resulta incalculable es la falta de seguridad y de anticipación de la pinacoteca gala. Es un robo por oportunidad. Agentes de policía junto a un montacargas utilizado por los ladrones para entrar en el Museo del Louvre, en el Quai François Mitterrand, el 19 de octubre de 2025, en París.DPA vía Europa Press (DPA vía Europa Press)Los ladrones han actuado siguiendo un plan preciso y ejecutado en muy poco tiempo. Una vez dentro las han obtenido a martillazos o con cualquier instrumento similar. Los ladrones se han llevado nueve piezas de la colección imperial, pero no se han hecho con el diamante Regent. Una gema de 140 quilates que podría haber transformado en piezas más pequeñas y fáciles de colocar. Estos detalles indican que el robo es respuesta a la facilidad de cometerlo. Los ladrones no tenían muy claro qué llevarse. Lo que diera de margen esos pocos minutos. En un museo como el Louvre, a cualquier ladrón se le hacen eternos.Las autoridades francesas deben hacer una reflexión profunda. Llegar al corazón de Louvre ha sido muy fácil. Nadie ha utilizado ni tecnología ni sofisticadas herramientas. Duele la facilidad. Han servido varios mazos o similares para romper las vitrinas. ¿Y qué pasó con las alarmas? Francia ha fallado estrepitosamente en el cuidado de su patrimonio. La primera opción es que se pida un rescate por esas piezas. Los robos por encargo suelen ser de pintura. Esa es una regla no escrita en las esquinas más oscuras del arte. Pero también es una lección de que en esta época nada se puede dar por sentado. Si en el mayo de 1968 los jóvenes levantaban las losetas del barrio de Saint-Germain-des-Prés porque aseguraban que debajo estaba el mar, hoy descuidar la custodia de las obras conduce a situaciones como esta. Una pérdida de “joyas de valor incalculable”.

Ladrones de ‘guante fácil’ en el Museo del Louvre | Cultura
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