
El jueves 13 de noviembre, poco después de las 14.30, Mehdi Kessaci aparcó su coche en el centro de la ciudad, junto a una sala de conciertos. Cuando iba a salir del automóvil, una moto con dos pasajeros pasó junto a la ventanilla y uno de ellos abrió fuego con una pistola de calibre 9 mm. Kessaci, de 20 años, hermano de un activista contra el narcotráfico en Marsella, murió en el acto. La moto desapareció. Los investigadores concluyeron que el ataque fue premeditado y con medios profesionales. El fiscal de la ciudad, Nicolas Bessone, fue más allá y lo calificó de “intimidatorio”. El asesinato del jueves representa un salto de calidad en la amenaza que representa el crimen organizado en Marsella. Este martes, Emmanuel Macron convocó una reunión de urgencia en el Palacio del Elíseo con varios ministros, así como varios responsables de la policía y el fiscal de Marsella. “No era un ajuste de cuentas clásico, sino un crimen de intimidación. Y eso es un punto de inflexión claro. Una muerte preparada e inédita. Hemos intentado analizar las razones que pueden haber conducido a este punto. Era el hermano de alguien que se levantó contra el narcotráfico, y es evidente que los narcotraficantes que dirigen el crimen marsellés son cada vez más peligrosos”, admitió el ministro del Interior, Laurent Nuñez. La sospecha es que Mehdi fue un objetivo indirecto, víctima del trabajo de su hermano Amine, Amine Kessaci, dos años mayor que él, figura conocida de la lucha contra el narcotráfico en los barrios populares de Marsella y voz emergente en la política local (es candidato a la diputación). El joven abatido a tiros se disponía a volver a presentarse al concurso de guardia de la paz (agente de policía que mantiene el orden público) en 2026, tras haber fallado en un primer intento en 2025.La subprefecta de policía Corinne Simon acudió al lugar. También lo hizo el alcalde de Marsella, Benoît Payan (Divers gauche), que conoce bien a Amine Kessaci por haberle apoyado en las legislativas de 2024, en las que se presentó bajo la etiqueta del Nuevo Frente Popular (NFP). “Es una tragedia para la familia, para su madre, para Amine, para todos los marselleses. Este joven de 20 años quería ser policía, había trabajado este verano para pagarse su coche”, señaló el edil a Le Monde, antes de lanzar una advertencia: “Si la investigación confirma que se trata de un asesinato de intimidación, una voluntad de silenciar a Amine, entramos colectivamente en otra dimensión, y eso es muy preocupante. Se remite a Marsella a la época del asesinato del juez Michel [en 1981, cuando estaba encargado de asuntos de drogas]. Es un desafío lanzado al Estado de derecho que requiere respuestas a la altura”.Lo extraño es que Amine Kessaci no parecía una amenaza directa para el narcotráfico, sus finanzas o su organización. Sin embargo, desde el mes de agosto contaba con protección policial. A través de investigaciones paralelas, habían surgido amenazas dirigidas contra él. Estaba ausente de la ciudad el jueves. “La situación nunca ha sido tan grave. Nunca hemos vivido esto. Atacan directamente a una persona inocente. No es una bala perdida, alguien implicado en el narcotráfico. Tenemos miedo, ya no osamos hablar. No queremos convertirnos en objetivos de las bandas por haer tomado posición contra el narcotráfico públicamente. Y menos aún que ataquen a nuestros familiares”, opina Mohamed Benmedoour, educador social que trabajó en los barrios con alto índice de criminalidad. “La reunión? Mire, ya no creemos en nada. No es la primera vez. Ya hemos visto al presidente Macron venir a Marsella otra veces. Las medidas tomadas hasta ahora son ineficaces. El Estado no ayuda a las asociaciones pequeñas que estamos sobre el terreno, prefiere financiar a las grandes estructuras que no sirven para nada. Yo no sé si continuaré, no vale la pena jugarse la vida”, lamenta.¿Existe hoy una organización lo suficientemente segura de su poder como para permitirse este tipo de intimidación? La respuesta conduce a la DZ Mafia, un grupo hegemónico ya en Marsella y en el sur de Francia que controla el narcotráfico después de haber exterminado a las bandas rivales. La policía tiene pocas dudas. “Es algo verdaderamente mafioso. La paradoja es que hay menos muertos, pero a nivel de empresa es mayor. La DZ Mafia liquidó al otro grupo en 2024 y hoy está solo. Desarrolla su negocio y su propaganda como quiere. Y eso es muy inquietante. Estamos ante un cambio de paradigma. El problema es que provocará que mucha gente renuncie a sus ambiciones políticas o de activismo”, señala una fuente policial a EL PAÍS.El salto de calidad conduce directamente al concepto de mafia y a los métodos utilizados en Italia durante años. También en Córcega y en los ochenta, en Marsella. El 21 de octubre de 1981, dos pistoleros a lomos de una moto de gran cilindrada cosieron a tiros al juez de instrucción Pierre Michel en un bulevar de Marsella. El magistrado, conocido como el Eliot Ness francés, mantenía una obstinada cruzada contra la mafia del narcotráfico en Marsella y, en particular, contra uno de los grandes capos del negocio, Gaëtan Tany Zampa, de origen italiano. Eran los tiempos en los que Marsella era el laboratorio de la heroína que se distribuía en EE UU, una suerte de hub internacional conocido como la French Connection (igual que la película de William Friedkin protagonizada por Gene Hackman). El puerto, la situación central en el Mediterráneo y una configuración urbanística y social siempre fueron un imán para la delincuencia. El problema es que, desde entonces, la situación solo ha empeorado. También a causa de la pobreza y del envejecimiento del entramado de la ciudad construido para alojar a los ciudadanos procedentes de Argelia.
La sombra de la mafia vuelve a Marsella | Internacional
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