Tres días después de su inesperada muerte, el mundo y la industria del entretenimiento aún intentan recomponerse sin Diane Keaton (Los Ángeles, 1946). A sus 79 años, la actriz inconfundible y musa de Woody Allen —quien escribió el papel de la exitosa Annie Hall pensando en ella—, murió el sábado 11 de octubre, según comunicó a la revista People un portavoz de la familia. Un fallecimiento del que todavía no han trascendido las causas. “Sin ella, este es un mundo más triste”, ha dicho en homenaje a la intérprete el director que la dirigió en otros títulos como Manhattan (1980) y Días de radio (1987). Allen, que también ha confesado en el medio The Free Press que “todas las reglas quedan suspendidas cuando se habla de Diane Keaton”, no se quedaba corto. En el enorme mundo de la actriz había sitio para una descomunal carrera en el cine y también para su otra gran pasión: el diseño de interiores y remodelación de casas, lo que le reportó incluso más beneficios que Hollywood.Según contó la propia Keaton durante una entrevista en 2017 a Wine Spectator, su afición por los bienes inmuebles comenzó en sus visitas a las casas abiertas en Los Ángeles acompañando a su padre, que era agente inmobiliario. Su fascinación por la arquitectura y la decoración, dice la revista estadounidense House & Garden, la llevó a obsesionarse por comprar y vender casas por todo el país, especialmente las residencias históricas. Estas propiedades, por las que la revista hace un extenso repaso, incluyeron la casa de sus sueños, donde residió hasta este año y ubicada en su ciudad natal, así como otro icono de la arquitectura californiana, la Samuel–Novarro House, una mansión diseñada en 1928 por Lloyd Wright (hijo del arquitecto Frank Lloyd Wright), que también le perteneció y que ella restauró.Más informaciónDe esta faceta de la actriz se hace eco estos días la prensa estadounidense especializada en arquitectura y decoración, que también recuerda otra casa comprada en una fecha muy significativa, a finales de la década de 1970, cuando protagonizó Annie Hall. Para Keaton esta fue su gran oportunidad: poco después de este papel que le dio un Oscar y fama mundial, con 30 años, compró su primera propiedad, un apartamento de un piso completo en el conocido como San Remo, un famoso edificio emblemático de estilo Beaux Arts de los años treinta situado en el Upper West Side de Nueva York. Un apartamento de tres habitaciones que a Keaton le pareció perfecto para vivir su excitante y recién iniciada carrera. “Era uno de esos apartamentos extraordinarios. Había una ventana en cada lado. Todo estaba abierto de par en par. Ese fue el comienzo de mi verdadero interés por la arquitectura”, relató a Wine Spectator.Su pasión por la arquitectura, las reformas y la decoración la motivó hasta tal punto que en 2017 publicó el libro The House That Pinterest Built. En sus páginas, la intérprete mostraba su particular mirada al interior de esta casa en Brentwood (Los Ángeles) que construyó desde cero con la ayuda de Pinterest, aportando fotos, planos, consejos y anécdotas. La reforma de la que describió como la casa de sus sueños, con cinco habitaciones y siete baños, le costó ocho años en completar. Por eso a muchos les sorprendió que la pusiera a la venta el pasado mes de marzo por 29 millones de dólares. En agosto de 2024, Keaton se aliaba también con la firma Hudson Grace para una colección de objetos para el hogar (desde vajilla, ropa de cama hasta camas de perro) inspirados en su gusto y en su casa.Pero quien dio vida a la inolvidable novia y después esposa de Michael Corleone en El Padrino (1972) no se dedicó únicamente a la compra venta de inmuebles, a admirarlos y amarlos, sino que también luchó por el patrimonio arquitectónico de Los Ángeles desde el activismo. Como recuerda la revista Variety, Keaton fue una de las voces que, en febrero de 2006, lloraron y denunciaron la pérdida del histórico Hotel Ambassador de Los Ángeles que, a pesar de los esfuerzos de la organización benéfica Los Angeles Conservancy, había sido demolido. Aunque fuera de su ciudad natal fue fundamentalmente conocida como la excepcional actriz de Hollywood, en California su papel por la preservación de la historia local ha sido conocido y valorado. Formó parte de la junta directiva de la citada asociación durante casi dos décadas y prestó su voz para innumerables campañas que pretendían salvar algunas de las casas y edificios más histórica y culturalmente significativos.Sobre este papel de defensora ha hablado para Variety otra expresidenta de LA Conservancy, Linda Dishman, quien la ha recordado así: “Gran parte de esa pasión provenía de su familia y de su crianza en Los Ángeles. De su profunda conexión con las historias y los lugares que hacen de esta la ciudad lo que es. Tenía una pasión genuina por la preservación histórica, no solo por los edificios o los paisajes culturales, sino por lo que significan para la gente y lo que significarían en el futuro. Sin duda, entendía cómo estamos trabajando para las generaciones futuras”.Por supuesto, no todo fue desinteresado. Según el medio estadounidense Page Six, la actriz ha dejado tras su fallecimiento un patrimonio neto de 100 millones de dólares —que heredarán sus dos hijos— en el que ha tenido mucho que ver su trabajo con los bienes inmuebles. Como cuenta la publicación, varias de sus propiedades fueron vendidas a otros famosos, incluyendo una mansión centenaria que compró en 2007 por 8,1 millones de dólares y que, tres años después, vendió al productor de American Horror Story, Ryan Murphy, por 10 millones de dólares. Otros ejemplos citados son la casa que compró en 2002 en Bel Air por una cantidad no revelada y que, tras reformar, vendió a un ejecutivo tecnológico por 16,5 millones de dólares en 2005. O una propiedad en Laguna Beach que adquirió por 7,5 millones de dólares también en 2002 y que, una vez renovada, vendió tan solo dos años después por 12,75 millones.

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