
Hablar más de un idioma no solo facilita la comunicación intercultural, también fortalece las funciones cognitivas que se debilitan naturalmente con el paso de los años. Así lo asegura un estudio publicado este lunes en Nature Aging, que demuestra que el multilingüismo protege al cerebro contra el envejecimiento acelerado, tanto a nivel cognitivo como funcional. En la investigación, realizada por un equipo internacional de expertos, se analizaron los datos de 86.149 personas de 27 países europeos y se encontró una relación entre hablar varios idiomas y una edad biológica y mental más joven.Los científicos midieron lo que llaman la brecha de edad bioconductual, la diferencia entre la edad cronológica de una persona y la que realmente tiene según su salud, su funcionalidad, su educación y otros factores de riesgo o protección. Los investigadores desarrollaron un modelo basado en inteligencia artificial con el que buscaban estimar la edad de una persona por su salud, su capacidad cognitiva y su entorno. El modelo tomó en cuenta factores de riesgo (como hipertensión, diabetes o problemas auditivos), y factores protectores (como educación, cognición y habilidad funcional). A partir de esa información, el algoritmo calculó la edad biológica esperada. Después, los investigadores compararon ese valor con la edad cronológica: si la diferencia era negativa, significaba que la persona presentaba un envejecimiento desacelerado, estando más joven de lo que marcan los años. Y si la diferencia era positiva, querría decir que envejece más rápido de lo esperado.El neurocientífico chileno Hernán Hernández, coautor del estudio, comenta que la investigación surgió de un trabajo previo en el que analizaron distintos factores de riesgo, como los niveles de contaminación y el grado de democracia en un país. Entonces, “encontramos que en los países con menor calidad democrática había una mayor relación con el envejecimiento, al igual que en aquellos con una economía más débil”, detalla. En ese análisis, los de África aparecían primero, seguidos por los de Latinoamérica, Asia y Europa. “Sabíamos que el lenguaje también está relacionado con el envejecimiento y decidimos combinar ambos estudios”, cuenta.Los resultados son contundentes y están basados en una relación dosis-dependiente: cuanto mayor es el número de lenguas manejadas, mayor es el efecto protector. Además, los monolingües tienen más riesgo de envejecimiento acelerado que quienes hablan más de un idioma. “No solo se gana un beneficio, sino que el monolingüismo aparece como un factor de riesgo”, resume Hernández. Su compañera, la neurocientífica del Centro Vasco de Cognición, Cerebro y Lenguaje, Lucía Amoruso, destaca la magnitud del trabajo: “Hasta ahora la evidencia sobre los beneficios del bilingüismo venía de estudios pequeños, difíciles de replicar. Aquí trabajamos con los datos de más de 86.000 personas en 27 países de Europa”. Y añade la coautora del estudio: “Tuvimos una oportunidad única de trabajar con una enorme cantidad de datos, lo que nos permitió poner a prueba esta hipótesis de manera mucho más sólida”.Más informaciónEn los análisis controlaron los factores considerados en la investigación previa, como el contexto socioeconómico, los años de educación y los patrones migratorios. “Si uno no controla esos factores, no puede aislar el efecto que realmente quiere observar. Creo que en este estudio logramos hacerlo: mostrar el efecto de forma robusta, al controlar todo lo que estaba a nuestro alcance y trabajando con poblaciones extensas”, afirma Amoruso.El lingüista y neurocientífico estadounidense Jason Rothman, que no ha intervenido en el estudio, plantea una analogía sencilla para entender de qué forma nuestro cerebro adquiere esa capacidad de protección: “Administrar más de un idioma tiene un costo cognitivo. El cerebro debe mantener varios sistemas activos al mismo tiempo y elegir cuál usar en cada contexto”. Cada vez que un hablante bilingüe elige una palabra, suprime otra, y cada vez que cambia de idioma, reajusta redes cerebrales que controlan la atención y la memoria, funciones que se deterioran con la edad. “El multilingüismo actúa como un gimnasio mental”, dice Rothman, director del Laboratorio de Cerebro y Experiencias Bilingües de la Universidad de Lancaster (Reino Unido). El cerebro prioriza la activación de un idioma y centrar su atención y sus recursos en ese lenguaje. “Resulta que los bilingües hacen esto todo el tiempo. Sin que lo sepan, están reprimiendo, centrando su atención a determinados idiomas. Y eso es exigente desde el punto de vista cognitivo”, añade este investigador, también científico del Centro de Investigación en Cognición de la Universidad Nebrija.“Para manejar más de un idioma de forma sofisticada usamos un sistema que se llama control lingüístico”, explica Rothman. Ese control no es solo mental, tiene también una base física. “Hay una red cerebral que interviene en el control del lenguaje, y esa red se superpone en gran medida con nuestro sistema de funciones ejecutivas”, agrega. Es el que regula la cognición general, la memoria, la atención y la capacidad de innovación. Es decir, los mismos procesos que se activan constantemente cuando hablamos o cambiamos de idioma.Otros hábitos saludables también fortalecen esas redes cerebrales, como el ejercicio físico, la buena alimentación o los trabajos mentalmente exigentes. Pero, a diferencia del lenguaje, no se practican de manera continua. “No corres una maratón todo el día ni entrenas todo el tiempo”, compara Rothman. “En el lenguaje sí”. Según este especialista, el equilibrio entre los idiomas y la frecuencia con que se usan determina el grado de entrenamiento del cerebro. “Cuanto más se ejercita la red de control lingüístico, más se fortalece, igual que los músculos”, explica. “Quizás con los años pierdas fuerza, pero si has entrenado durante mucho tiempo, envejeces con una base fortalecida”. Amoruso coincide: “Cuando hablas varios idiomas, todos están activos al mismo tiempo. Para usar uno tienes que inhibir los demás. Esa operación mantiene activas las redes de control ejecutivo y atencional, justamente las que empiezan a declinar con la edad. Esta es la hipótesis central”. Los idiomas como política de saludPara los autores de esta investigación, promover el multilingüismo no debería considerarse solo una cuestión cultural, sino también una inversión en salud pública. El estudio propone una iniciativa orientada a incentivar un envejecimiento más saludable al fomentar el aprendizaje y el uso de varios idiomas como una estrategia tan importante como la actividad física o una buena alimentación. “El estudio apunta en esa dirección: en el impacto que sus hallazgos pueden tener sobre las políticas de educación y de salud pública”, comenta Amoruso. “La educación es de los factores que más influye en cómo una persona envejece, existe una relación bastante directa entre ambos”, destaca. Rothman comparte la opinión y agrega que no solo debe aplicarse la enseñanza de otras lenguas en las escuelas, también es necesario brindar a las personas oportunidades reales de uso. Además, subraya que esta promoción no debería limitarse a la infancia, sino mantener el estímulo durante toda la vida. “Aprender idiomas es una inversión en la salud cognitiva y en la manera en que envejecemos”, sentencia.
Hablar varios idiomas protege al cerebro del deterioro cognitivo por el paso del tiempo | Ciencia
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