El pasado 29 de octubre, las disidencias de las Farc de alias Iván Mordisco lanzaron varios drones cargados con explosivos contra instalaciones militares ubicadas cerca de la escuela rural Bello Horizonte, en el corregimiento de El Plateado, municipio de Argelia (Cauca). Uno de los artefactos cayó dentro de un aula de un colegio de la zona dejando cinco menores de edad heridos.Dos días después, el 31 de octubre, una estación de Policía en Jamundí, Valle del Cauca, fue atacada bajo la misma modalidad por el frente ‘Jaime Martínez’, de las mismas disidencias. Dicho atentado no dejó fallecidos ni heridos.Estos fueron los últimos ataques con aeronaves no tripuladas (UAS) cargadas con explosivos documentados por las autoridades, pero son tan solo dos de los 367 registrados entre el 26 de abril de 2024 –fecha en la que se empezaron a reportar– y el pasado 1.º de noviembre, según datos de la Fuerza Pública. La cifra da cuenta de que, en promedio, cada día y medio se registra un hecho violento con este tipo de dispositivos en Colombia.Cabe recordar que el primer ataque, en ese abril del año pasado, ocurrió en el municipio de Argelia, Cauca, cuando la subestructura ‘Carlos Patiño’ (de las disidencias de ‘Iván Mordisco’) lanzó artefactos explosivos sobre el Batallón de Policía Militar de Las Vegas. EL TIEMPO conoció que, desde entonces, en 555 días de seguimiento, las tropas reportaron 833 granadas lanzadas a través de drones, con afectaciones en diez departamentos, siendo Cauca, Nariño y Antioquia las zonas más impactadas por esta modalidad.Drones Foto:JUAN PABLO RUEDAAdemás, un informe al que tuvo acceso este diario da cuenta de 271 afectaciones directas en el lapso de tiempo analizado. En ese periodo fueron asesinados 16 soldados, tres civiles y dos policías, mientras que 193 militares, 40 civiles y 28 policías resultaron heridos.Aunque la documentación de estos hechos aún es reciente, las cifras ya muestran un aumento considerable. Los ataques pasaron de 119 entre finales de abril y diciembre de 2024 –un promedio de 14,8 por mes– a 248 en lo que va del presente año, es decir, 24,8 por mes.De acuerdo con el registro, en 2024 se contabilizaron 28 civiles heridos y 31 militares lesionados, mientras que en 2025 los heridos aumentaron a 16 civiles y 152 militares, junto con dos policías fallecidos y 21 heridos.A lo largo del año pasado, el Ejército reportó 104 ataques; la Armada, 1; la Policía, 11; y las Fuerzas Militares, 3. En 2025 el Ejército reporta 188; la Armada, 10; la Policía, 49, y un ataque contra la población civil.La tercera división del Ejército, que opera en el suroccidente del país, concentra 238 de los 356 eventos, seguida por la segunda división región de Catatumbo, con 21 ataques, y la primera división –que ocupa gran parte de la región Caribe–, con 19 ataques. En menor proporción se reportan hechos en otras brigadas con jurisdicción en Meta, Caquetá, Córdoba y Casanare.Los ataques con drones se han convertido en una táctica recurrente de los grupos armados ilegales. Fuentes militares explicaron que la mayoría de estos hechos se concentra en áreas rurales, donde los grupos buscan afectar posiciones militares y de policía, utilizando drones modificados para transportar granadas o explosivos improvisados, una modalidad que exige nuevas estrategias de defensa y control territorial.Drones Foto:Archivo ParticularMedidas y desafíosA finales de octubre, el Ministerio de Defensa anunció el ofrecimiento de recompensas de hasta 100 millones de pesos a quienes suministren información que permita ubicar, identificar y capturar a personas o redes delictivas que operen o comercialicen drones con fines criminales o terroristas. La medida, según la cartera de seguridad, busca frenar el uso de aeronaves no tripuladas en ataques contra civiles y la Fuerza Pública.Asimismo, entre los últimos golpes dados por las autoridades, tropas de la Fuerza de Despliegue Rápido N.º 3 del Ejército Nacional, en coordinación con la Policía y la Fiscalía, dieron de baja el pasado 3 de noviembre a alias Gerson o ‘Henry’, señalado explosivista, francotirador y operador de drones del frente ‘Carlos Armando Cacua Guerrero’, del Eln. Entre las acciones criminales de este hombre figura el ataque con drones en El Carmen, en el que murieron dos militares y seis más resultaron heridos, así como el asesinato de comandantes de Policía en San Calixto y Teorama en 2024.El uso de esta tecnología con propósitos ilícitos se ha convertido en un riesgo para la seguridad del país en los últimos años, y las autoridades han identificado casos en los que los drones son empleados para transportar drogas, vigilar posiciones estratégicas de las Fuerzas Militares, lanzar explosivos o interferir en operaciones de seguridad, lo que los convierte en un instrumento de apoyo para estructuras criminales.Mindefensa ofrece hasta 100 millones de pesos por información de operadores de drones. Foto:Archivo particular.La presencia de drones armados en varios departamentos revela una mutación en la forma de realizar atentados. Datos de operaciones y decomisos permiten trazar patrones sobre actores, munición y plataformas empleadas.De acuerdo con la Fuerza Pública, la clasificación por grupos indica que son las disidencias de ‘Iván Mordisco’ las que más han hecho uso de estos dispositivos en Cauca. Le siguen el Eln en la zona de Catatumbo y el sur de Bolívar; mientras que las disidencias de ‘Calarcá’ y el ‘clan del Golfo’ también han comenzado a usar estos artefactos para atacar a sus enemigos y a las tropas.En cuanto a la tecnología, las neutralizaciones han determinado que los dispositivos más utilizados corresponden a modelos comerciales de la marca DJI, en particular las series Matrice 300 y 350 y el Mavic 3. Las capacidades de carga varían, desde 250 a 300 gramos en el Mavic 3 hasta uno o dos kilos en las Matrice.Además de la adquisición de estos equipos, los informes señalan la construcción artesanal de aparatos. La convergencia entre plataformas comerciales y adaptaciones caseras ha incidido en las tácticas empleadas por los actores armados; la combinación implica, por un lado, alcance y maniobrabilidad y, por otro, improvisación en la carga letal.Jesús BlanquicetSubeditor Justicia

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