
El canciller alemán, Friedrich Merz, lleva días envuelto en un acalorado debate después de que, al hablar de los logros de su Gobierno en materia migratoria, que según dijo, está “corrigiendo los errores cometidos”, añadiera: “Pero, por supuesto, seguimos teniendo este problema en el paisaje urbano y, por eso, el ministro del Interior está trabajando para permitir y llevar a cabo repatriaciones a gran escala”.La que en principio podría ser considerada como una declaración más, en línea con el endurecimiento de la política migratoria del Gobierno de coalición de democristianos y socialdemócratas, que ha impuesto férreos controles en las fronteras para frenar la entrada de migrantes, ha abierto un debate en el país sobre el paisaje urbano y cómo ha cambiado en las últimas décadas. Un grupo de diputados de Los Verdes han firmado una carta abierta en la que califican las palabras de Merz de “racistas, discriminatorias, hirientes e indecentes”, y le instaban a pedir disculpas a “todos los inmigrantes de primera, segunda y tercera generación que se enfrentan cada día al racismo y la exclusión”. Ante el aluvión de críticas, el líder democristiano respondió: “Si tiene hijas, pregúntele a ellas qué podría haber querido decir con eso. Supongo que obtendrá una respuesta bastante clara y concisa”. Sus explicaciones, en lugar de calmar los ánimos, impulsaron a más de 120.000 personas a firmar en 24 horas la declaración “Somos las hijas” en la que se alerta de que la violencia contra las mujeres está casi siempre en el propio hogar, no en la calle. Asimismo, el pasado martes, miles de personas se manifestaron frente a la sede de la Unión Cristianodemócrata (CDU) de Merz, en Berlín, bajo el lema “Nosotras somos las hijas”.Otras ciudades como Colonia, Heidelberg o Münster se sumaron a las protestas estos días, lo que llevó a Merz a matizar sus palabras y explicar que se refiere a los migrantes sin permiso de residencia ni trabajo que no respetan las normas vigentes en Alemania. “Muchos de ellos también determinan la imagen pública de nuestras ciudades. Por eso, ahora hay tanta gente en Alemania y en otros países de la UE que simplemente tiene miedo de moverse en el espacio público”, dijo el canciller. “Esto afecta a las estaciones de tren, el metro, determinados parques, barrios enteros, lo que también supone un gran problema para nuestra policía”.El tema fue también objeto de debate en el Parlamento alemán. La líder del grupo parlamentario de Los Verdes, Katharina Dröge, calificó la frase del canciller como “hiriente, discriminatoria e indecente”. Sin embargo, el líder del grupo parlamentario conservador (CDU/CSU), Jens Spahn, le respondió: “No sé por qué lugares de Alemania se mueve usted, pero en las principales estaciones de tren y en las plazas de este país se pueden ver, por supuesto, las consecuencias de la migración irregular” y señaló que son cuestiones que preocupan a la gente.Pero Merz no fue el primero en hablar de los cambios que se han producido en las ciudades alemanas, sobre todo desde la llamada crisis de los refugiados en 2015, cuando Alemania se vio desbordada con la llegada de 1,2 millones de solicitantes de asilo procedentes principalmente de Siria y Afganistán. Hace solo unas semanas, Markus Söder, líder de la Unión Social Cristiana (CSU) —partido hermanado a la CDU de Merz—, también utilizó ese término. El diario Münchner Merkur le preguntó si estaba a favor de que los sirios y afganos que no hubieran cometido delitos también tuvieran que abandonar Alemania. “Es imprescindible que eso ocurra”, respondió. “El paisaje urbano debe volver a cambiar. Simplemente, se necesitan más repatriaciones”.El debate sobre la cuestión migratoria no es nuevo en un país de 83,5 millones de habitantes, de los cuales 21,2 millones son de origen migratorio —es decir, o nacieron en otro país y luego adquirieron la nacionalidad alemana, o sus padres emigraron a Alemania— y 14,1 millones son extranjeros, según la Oficina Federal de Estadística.Desde hace tiempo, Alemania hace equilibrios entre su necesidad de mano de obra cualificada y el aumento del rechazo de una parte de la población hacia los migrantes, capitalizado con éxito por el partido de ultraderecha Alternativa para Alemania (AfD), que en las pasadas elecciones generales de febrero se convirtió en el segundo partido más votado. AfD es experta en vincular la inmigración con la inseguridad en las calles. Sin embargo, el miedo a la delincuencia o la sensación de inseguridad no se corresponde con la evolución de la delincuencia de los últimos años en el país, según un estudio del Instituto Alemán de Economía (DIW).De momento, y a pesar de las protestas, Merz cuenta con el apoyo de la mayoría de la población. Según el barómetro político de la cadena pública alemana ZDF, un 63% de los encuestados respondió que Merz tenía razón con su declaración, frente al 29% que contestó que no.Existen determinadas percepciones de la población que la política debe abordar. El problema con “paisaje urbano” es que el término funciona como un eufemismo para “la presencia visible de personas que se perciben como no alemanas o no blancas, independientemente de su nacionalidad real”, explicó Nina Perkowski, socióloga de la Universidad de Hamburgo, en la cadena ARD.El Partido Socialdemócrata (SPD) difiere de Merz. “Quiero vivir en un país en el que la apariencia no determine si encajas o no en el paisaje urbano”, declaró el vicecanciller y copresidente del SPD, Lars Klingbeil. Pero desde los conservadores insisten en que nadie puede negar lo evidente. “El canciller ha expresado algo que todo el mundo ve cuando pasea por Duisburgo, pero también cuando pasea por algunas ciudades alemanas de tamaño medio. La migración irregular ha cambiado algo”, declaró Jens Spahn al diario Bild y señaló que especialmente en las estaciones de tren se ve “abandono, traficantes de drogas, jóvenes, en su mayoría de origen inmigrante, principalmente de Europa del Este o del ámbito cultural árabe-musulmán”.Para Cem Özdemir, exministro de Agricultura y de Educación y actual candidato de Los Verdes para las elecciones regionales en Baden-Wurtemberg el próximo año, el problema son las formas, no el fondo. El político de origen turco afirmó en ARD que habría sido mejor que Merz hablara de “resolver el problema de migración irregular” y se mostró a favor del debate sobre la política de seguridad. “Muchas personas evitan el transporte público por la noche, especialmente las mujeres, que tienen miedo de ir a las estaciones a altas horas de la noche. Son situaciones simplemente insoportables, y debemos ocuparnos de ellas”, alertó. “Si no lo hacemos, será prácticamente una llamada a votar a AfD”.Estas declaraciones van en línea con lo que escribió hace un año en una carta publicada en el diario Frankfurter Allgemeine Zeitung, en la que se refirió a las experiencias de su hija, como mujer joven en Berlín. “Cuando sale por la ciudad, es frecuente que ella o sus amigas sean miradas de forma desagradable o sexualizadas por hombres de origen inmigrante. Y sí, la objeción de que el riesgo de acoso sexual es mucho mayor en las relaciones de pareja y en la familia es tan cierta como la de que uno puede ser objeto de insultos racistas no solo en el mar Báltico, sino en cualquier lugar. Pero las estadísticas no sirven como respuesta a lo vivido”, escribió. “Como muchas mujeres, ella ha desarrollado la proverbial piel dura para protegerse de este tipo de agresiones. Pero puedo sentir cómo le preocupa y cómo decepciona que no se aborde de forma más contundente lo que hay detrás: las estructuras patriarcales y el papel de la mujer en muchos países de influencia islámica”.
Merz desata el debate en Alemania: ¿Es racista hablar de los migrantes como un “problema en el paisaje urbano”? | Internacional
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